Pienso que el éxito no es la felicidad, ni por asomo. Cuantos exitosos terminaron mal su vida, por exceso de drogas, por velocidad, suicidio, por estar mal con la familia, y uno dice, pero ¿por qué?, si lo tenía todo y esas experiencias simplemente demuestran que nadie lo tiene todo.
Víctor Hugo decía que la
palabra éxito es abominable porque su cercanía con el mérito suele engañar a la
gente. Hay éxito en personas que no tienen merito alguno. Y también hay
meritorios a los que nunca les ha tocado el éxito.
Por eso me gusta luchar por
ser meritorio para dar lo mejor que pueda desde lo que soy. Como ahora que
estoy escribiendo estas líneas, cuando estoy en el trabajo y así en infinidad
de cosas que pueden ser mundanas, pero el gusto está en la lucha de que sean
meritorias. La felicidad está en las cosas simples de la vida, en lo cotidiano,
en una charla, en tomar un café, en estar con amigos, en escribir, en leer, en
bailar, en ir al gimnasio, en ir al trabajo, en lo que hacemos día a día.
Para mí hay días donde el
proceso de escritura es tortuoso, porque la primera historia va desde lo que
queremos contar, desde el tema que uno quiere escribir, pero cuando te sacas de
encima una primera historia escribiéndola e hiciste una catarsis en ese primer
escrito ya habiendo volcado todo lo que querías decir, después se puede volver
algo sinuoso.
Es así como hay días en donde
fluctuó con una intensidad única, en donde hasta he escrito más de veinte hojas
en un día. Y también aquellos días en donde simplemente no sé cómo escribir o
plasmar aquello que quiero, entonces ahí es donde me cuesta que la historia que
vaya a contar se me arme en la cabeza, pero una vez que ya tengo todo completo,
pues es una fluidez única cuando me siento a escribir. Así entonces encuentro
que el primer momento es tortuoso y el segundo es feliz. Ojo, con esto no digo
que primero haya que sufrir para luego ser feliz, sino más bien es cuestión de
como la dinámica de interesarse por aquello que uno quiere hacer, es la partida
para ser feliz.
Tengo como recuerdo de niñez,
en una navidad que quería un Monopolio. Por aquella época creía en la carta que
le escribía a Papá Noel para que me lo trajera porque me había portado bien y
sacado buenas notas. Cuando llegó la mañana de navidad encontré un paquete que
tenía mi nombre, al abrirlo descubrí con mucha alegría que era un Monopolio, en
ese momento solo me llené de felicidad, pero recuerdo haber visto a mi mamá
llorar y abrazarme fuertemente, en ese momento no entendí porque ella lloraba.
Ahora que tengo conocimiento de que por aquella época mi familia no estaba
económicamente en su mejor momento, entonces entendí también porque lloraba mi
mamá, ya que seguro ella y mis hermanas se habían privado de mucho para poder
darme ese regalo. Hoy me puedo comprar cuantos juegos de mesa quiera y serán
tan insignificantes, por lo que llego a la conclusión que la felicidad en mí al
recibir ese Monopolio no fue por el regalo, sino más bien por ese instante
donde para mi ese juego provoco que me conmoviera desde lo que fue la sorpresa.
Por eso la felicidad está en la sorpresa, por eso no se puede buscar la
felicidad en el mismo lugar dos veces, porque ya no hay sorpresa.
Cuando vivía entre hospitales
porque los doctores no encontraban al causante de mis malestares corporales diarios,
que estaban compuestos por dolor lumbar que me hacían retorcerme como un gusano
en cama, fiebre, náuseas, vómitos; había muchas tesis por parte de los doctores
ya que indicaban que podía ser producto de una fuerte infección urinaria, de
alguna enfermedad congénita, incluso de cáncer, pero nunca estaban seguros a
pesar de la infinidad de exámenes que me realizaban y cuanto medicamento me
daban a diestra y siniestra. Así que en definitiva estuve cerca de un año con
estos malestares, sin ir al colegio, sin ver a mi familia y amigos como hubiera
querido, y privado de todo aquello que quise hacer como niño. Debía haber
tenido entre once y doce años, y me conocía a detalle máquinas de ecografía,
radiografías, resonadores, doctores, hospitales, habitaciones y todo lo que
trae un hospital. Esta situación de hecho hizo que me convirtiera en el primer
paciente que accedió a la utilización de una Cámara Gamma en Arequipa. Gracias
a esta última máquina, fue que los doctores se aproximaron a una diagnosis del
mal que tenía; yo sentía tanta familiaridad con ellos que cuando dijeron que me
iban a operar siendo una operación muy riesgosa porque no estaban seguros de
que encontrar, yo solo lloré de felicidad porque eso significaba que no tenía
que estar más en hospitales y en caso saliera bien de la operación, que podría
volver a mi vida “normal” sin seguir con ese dolor físico, sin importar que
ello me redujera la expectativa de vida. Recuerdo haber visto miedo en la cara
de mi madre, pero yo era el niño más feliz en aquel momento.
Así que no me engaño con nada
gente, para mí la felicidad no está en tener el carro del año, el puesto mejor
pagado, en un reloj caro; a veces la felicidad está en un Monopolio y en que te
digan que puede haber una solución para tu enfermedad así eso implique la
muerte y definitivamente vivir menos que el resto, así que lo que me queda de
vida recordaré esos instantes para no olvidarme nunca que me esperan descubrir
más momentos donde ser feliz, así que solo trato de estar atento para no perdérmelos.
Por lo que también tengo claro
que la ilusión bloquea la felicidad. Creer que al lograr algo o tenerlo seremos
felices, es mentira, porque al conseguirlo te darás cuenta de que eso no es
todo, porque si no simplemente en ese momento dejas de vivir. Si dices que
tienes todo y ya no deseas nada, pues pasa lo siguiente: sino deseas nada te
deprimes, y si te deprimes te angustias, te enfermas y dejas de tener ganas de
vivir. Siempre algo tiene que faltar para movilizarnos a ser algo más.
Por eso hay que transitar la
vida con las heridas y cuando la felicidad llega debe alojarlas, porque si no
la felicidad no existe, por lo que es importante entender que la felicidad es
imperfecta. Se debe ser feliz a pesar de los tropiezos, de los fracasos; llega
un momento en la vida donde según el recorrido que tengamos nuestra felicidad
estará más en las pérdidas y ausencias, que en lo que está presente.
Hay un pensamiento mágico que
dice que si uno quiere algo lo puede tener, pues en realidad es mentira, porque
a veces se quiere y no se puede, porque daría cualquier cosa por corregir
errores, pero no se puede, por lo que corresponde hacerse cargo de las
consecuencias y desde allí mejorar como ser humano. La otra teoría mágica dice
que si deseas algo lo vas a atraer, es también mentira, por lo que es necesario
renunciar a ese pensamiento mágico. Por
lo que debemos vivir intentando y realizando todo por nosotros mismos, confiando
en la gente que uno quiere, en amigos y familia.
Aprendí que, si te obsesionas
con la felicidad, en ese instante en que la buscas desde lo obsesivo ya
renunciaste a ser feliz, porque ambas no pueden convivir desde el mismo lugar.
La felicidad es una visita, porque es un error el tratar de eternizarla porque
nada dura para siempre, la vida no dura para siempre, así que no hay que
perdernos de los momentos de felicidad mientras van ocurriendo, con la idea de
tratar de retenerla, más bien hay que disfrutarla, como disfrutas de un momento
erótico, como de una melodía que te conmueve, como disfrutar de una
conversación, como un abrazo con algún ser querido.
Debemos tener una actitud de
estar abiertos a la felicidad, estando permeable para no perderse de esos
momentos. Porque a lo mejor la felicidad es algo que podrías haber sentido si
no hubieras estado pensado en otra cosa en ese momento. Es así como debemos
trabajar en uno mismo para estar permeables, porque uno no debe guardar ese
momento para cuando todo sea favorable para recibir la felicidad, sino más bien
porque hasta un momento triste nos puede dar felicidad, un momento complicado
puede dar felicidad. Por lo que es importante también plantearse el hecho de
que desconocemos que es aquello que nos va a ser felices, porque a veces vamos
por la vida y sin estar atentos podemos conocer aquello que sin buscarlo nos da
felicidad.
Y no olvidemos que la vida es tan
traicionera, que no debemos aferrarnos a la felicidad, porque en cualquier
momento la vida te puede robar cualquier cosa, en esta vida todo se puede
perder, y no por eso debemos perder la vida misma. Así que será un desafío que
cuando llegue ese término y traiga la muerte, te encuentre viviendo, así será
posible que en el camino te lleves por delante unas gratas sorpresas que te
hagan feliz. Ya no me quiero llevar éxitos, me quiero llevar emociones, me
quiero llevar pensamientos, que es lo que me lleva a escribir, es lo que me
lleva a estar con gente y querer seguir aprendiendo.
Finalmente, todos seremos un
cuento que algún día alguien más va a contar, así que encarguémonos de dejar
las letras más lindas, que hagan el cuento más lindo que se puede contar.