En Puno y algunas
regiones de Bolivia, existe la famosa Feria de las Alasitas —Patrimonio
Cultural de la Nación— según la IA: las alasitas son objetos artísticos en
miniatura que se venden en ferias artesanales y que representan los deseos y
aspiraciones de las personas. La palabra “alasita” proviene del verbo aymara
“alathaña”, que significa “cómprame”. Esta maravillosa feria existe en
honor también a Ekeko —dios aimara de la abundancia—. Todos conocemos a este
muñequito, que anda lleno de bolsitas con mercancías de dudosa procedencia y
con su infaltable cigarro Inca.
En conclusión y en
cristiano, significa que es un muñequito miniatura artesanal que tiene como
objetivo —mediante un ritual— hacer que cualquier cosa se convierta en
realidad.
Es decir, si te compras
una casita miniatura, en conjunto con el ritual chamánico que trae en combo:
campanadas, agua de todas las flores de una florería, escupitajos con Listerine
bamba, tres rezos en otra lengua —fácil te están insultando en quechua o aimara—
y finalmente una bendición. Concluido todo ese trajín, muy probablemente usted
vea materializado su sueño de la casita propia. Lo mismo ocurriría si te
compras un autito miniatura, pues del mismo modo hay altas probabilidades de
que, después del ritual, salgas de tu casa y veas el autito materializado en la
puerta de tu casita.
Por estas fechas, el año
pasado, alguien apreciado me entregó un cartoncito, que no era más que un
título profesional, incluso entregado a nombre de la nación y emitido por mi
fabulosa alma mater. La verdad es que en aquel momento no dejé de reír por la incredulidad
de hasta dónde llega la imaginación de los comerciantes con la finalidad de
acometer buenos ingresos económicos. Lástima que a la mañana siguiente no
apareció un courier con el título profesional en la puerta de la casa, ni mucho
menos la universidad me llamó para felicitarme por tal obtención. Por el
contrario, lo que ocurrió fue que apunté con compromiso y responsabilidad a
finalmente desarrollar todo aquello que conlleva obtener este grado académico.
Aunque a valer verdad, egresé hace cuatro años de la universidad y recién este
año me puse las pilas para obtener el ansiado y anhelado título —a pesar de
todas las adversidades afrontadas en este lapso— pues finalmente solo falta
sustentarlo. Así que definitivamente, ese cartoncito que me obsequiaron a
finales del año pasado pues surtió efecto a su manera.
He tenido la oportunidad
de visitar esta feria, que anda repleta de gente; pudiendo comprobar que
efectivamente venden miniaturas de todo lo habido y por haber, de todo lo
deseable y por desear. Pasan el huevo, el cuy, leen las cartas, las hojas de
coca, el maíz. Incluso hasta hay invidentes —o al menos dicen serlo— que
realizan masajes liberadores de malas auras. El color amarillo abunda por
doquier, aunque también hay rojo para el amor, verde para buscar protección,
dorado para el éxito, blanco para armonía, azul para atraer seguridad y demás
colores habidos y por haber. Sin duda alguna es el universo del pida nomás que
todo se consigue y olvídese de hacerse cargo; dejemos todo en las manos de
Dios, del universo, del Ekeko, de la suerte y de los demás, pero usted no se
preocupe que no debe hacer nada.
Siendo realistas, si
dejas todo en mano de la suerte y nunca haces algo, simplemente estás
renunciando a tu vida y, lo que es peor aún, a la responsabilidad de tus actos.
Aunque no faltan quienes creen que, si no hacen nada, entonces simplemente
nunca tendrán que dar razón a nadie; por ende, nadie puede emitir juicio alguno
por algo que nunca hizo. Y, obviamente, si las cosas no salen como uno desea,
pues no se comerán el mal rato del que dirán ajeno.
Particularmente, yo era
de los que no creían en las cábalas, en dejar que mi vida se rija por la
suerte, en realizar rituales para “un buen porvenir”; sin embargo, este año he
renunciado a esa creencia, por lo que incluso ayer, cuando fui a comprar mi agenda
2025 —sí, a pesar de tener Keep o blog de notas en el cel—, pues prefiero
siempre plasmar todo en papel. Es así como me compré una agenda astral para
este año que está por comenzar —que obviamente incluye cábalas— las mismas que
he de realizar en tan solo unas horas. Si Dios, la vida, el universo o el Ekeko
lo permiten, pues podré dar testimonio dentro de 365 días de cómo me surtieron
efecto estas acciones a realizar hoy a medianoche.
Me gusta creer que toda
experiencia de vida tiene un "¿para qué?" y no un "¿por
qué?", ya que este último busca una razón lógica inmediata; por el
contrario, el primero va más allá. Aunque no siempre podamos tener el control
de aquello que sucede, pues siempre podremos elegir cómo responder ante ello.
Es por esto por lo que, para mí, el año nuevo trae un concepto de recibir algo
nuevo, un nuevo comienzo; es una dosis de volver a empezar, volver a comenzar.
Hagan válido este concepto si también les resuena, porque nunca falta quien
dice: “Ahh, esperas año nuevo para comenzar…”
Todo comienzo,
previamente, tiene un final; así pues, si algo terminó, es porque cumplió su
propósito en tu vida, y todo lo nuevo tiene un propósito que aún desconocemos.
Al fin de cuentas, todo, absolutamente todo tiene un para qué. Así que hoy me
dispondré a dejar todo lo que pude haber vivido en este año que está por
terminar, para iniciar el año venidero brutalmente renovado. Felizmente me
conozco lo suficiente para saber que cuento con determinación para lograrlo,
así que, si el Ekeko me falla, pues estaré yo para no claudicar.
A mí me funciona reiniciar, hackear mi cerebro; si a ti te funciona, tómalo. En mi caso, me funciona internalizar que es una fecha en que puedo recomenzar. Es más, no comienzas desde el mismo punto de partida que el año que se va, sino más bien comienzas con ventaja, con todo lo vivido, todo lo adquirido; comienzas con lo que no funcionó y sabes que entonces por ahí no es. Lo que hayas podido lograr el año que se va tiene que ver contigo. Pero vuelve a prometerte cosas; algunas las podrás cumplir y otras no, pero eso es lo de menos, así que toma esta nueva oportunidad para volver a empezar. No tengan miedo, todo depende de uno, así que tomen esta oportunidad, porque como he aprendido, pues solo hay una vida y por más que deseemos, no la podemos comprar ni siquiera en una feria de las Alasitas. Y como bien decía Sor Juana Inés: “Goza, sin temor del hado, el curso breve de tu edad lozana, pues no podrá la muerte de mañana quitarte lo que hubieres hoy gozado”. Sin más verborrea por mi parte este año, ¡les deseo un feliz año nuevo!