jueves, 6 de febrero de 2025

El cerebro piensa, el corazón sabe

 Estar agradecido con uno mismo es fundamental para poder llevar una vida sana y, en la medida de lo posible, para transitarla con tranquilidad mental.

Hace unos días me dispuse a leer unos escritos que mi papá dejó, quizá días antes de morir. Y dentro de todos los temas que escribía, me topé con uno que era muy recurrente: hablaba y se hablaba a sí mismo sobre la gratitud. Este tema a nivel personal lo empecé a hondo desde hace unos meses en mi vida, así que por experiencia propia puedo decir que es un tema muy importante cuando hablamos de salud mental.

Encontré un párrafo en sus escritos que ha de resonar mucho en adelante en mi vida: “Padezco esta dolencia crónica que efectivamente provoca daños en mi cuerpo; sin embargo, también poseo numerosas otras actividades en mi vida que me hacen sentir bien. No solo soy la enfermedad que padezco; también soy una infinidad de registros saludables y hermosos en los que puedo concentrarme, y de esta manera disminuir el dolor de mi enfermedad”.

En mi búsqueda por información sobre gratitud, me he topado con infinidad de investigaciones sobre el caso, siendo en su mayoría la gran parte las que he encontrado de la Clínica Mayo, con investigadores como el Dr. Mario Alonso Puig y el Dr. Amit Sood.

La Clínica Mayo es quizá la institución que más invierte en investigación médica, o por lo menos la que está a la vanguardia en diversos temas, con tan solo decir que al momento vienen desarrollando alrededor de doce mil estudios clínicos. Es así como desde la década del noventa vienen desarrollando investigaciones asociadas a la gratitud y meditación, temas que previamente estaban muy connotados al lado místico.

En el 2010, en el Journal of Positive Psychology —similar a la revista del Colegio de Psicólogos del Perú, pero con mucho más renombre y relevancia— describen que las prácticas de gratitud en pacientes con enfermedades crónicas incrementaban su resiliencia; esto significa que desarrollaban un poco más de habilidad para afrontar la enfermedad y, además, experimentaban un mayor fortalecimiento y mejora que en el pasado. En cristiano, no se centraban completamente en el "por qué diablos padezco esta enfermedad, por qué a mí, por qué este castigo divino, por qué yo". En realidad, experimentaban un enfoque específico en todo lo que sí poseían de manera positiva.

Entendí que así también lo hizo mi papá, quizá por eso convivió tantos años con esa enfermedad, recibiendo solo tratamiento de medicina integrativa. Ahora entiendo por qué siempre tenía en mente aspirar a su mejora; siempre pensaba en positivo. Perdón, papá, por haberlo entendido demasiado tarde en tu vida y gracias por haberme dejado ese regalo para la mía.

La dinámica cerebral funciona de la siguiente forma: los pensamientos producen emociones, las emociones producen acciones.

Cuando empiezas a practicar rutinas de gratitud diarias, ocurren diversas transformaciones en tu cerebro. Cada vez que meditas, tomas una respiración profunda consciente y gestionas tus pensamientos positivos, o sea, en lo que realmente posees; como realizar una lista diaria de cinco motivos, personas o elementos por los que estás agradecido y, además, consigues que la lista sea distinta cada día. Pues déjame decirte —por experiencia propia— que existen cambios radicales en la sesera.

La meditación es esencial para comenzar una práctica de gratitud, ya que nos capacita en enfocarnos, reconectarnos con los demás, la percepción de estar unidos a todos y a todo lo que nos envuelve. En otras palabras, la comprensión de que todos somos uno. Esta información ya estaba en manos de los budistas hace más de 2,500 años. Descubrieron que la mente es un caos y causa dificultades, que es una máquina de pensamientos negativos, y que el único método para relajarla, tranquilizarla y armonizarla para que nos beneficie es cultivando el control de la atención.

La meditación tiene un gran componente científico, pero lamentablemente la hemos asociado a mundos espiritistas como el taoísmo, el budismo o el zen.

Partamos definiendo la meditación, que no es más que un estado de quietud. Tiene dos dimensiones: en sánscrito, una se llama shámata y la otra, vipassana. Como lo explica el Dr. Mario Alonso Puig, hagamos de cuenta que queremos ver las estrellas por la noche con un telescopio, pero el telescopio está moviéndose, entonces no nos permite ver nada, por lo cual lo primero que se debe hacer es aquietar el telescopio. Este proceso se llama shámata, pero de entrada no podemos ver nada; entonces, de repente, finalmente podemos ver algo. A este proceso final se le llama vipassana. Así que, en simples palabras, lo primero que debemos hacer es aquietar nuestra mente, ya que la evidencia científica señala que aquietar la mente es bueno, dado que el caos mental que tenemos produce enfermedades. Tener pensamientos negativos como celos, culpas, vergüenza, ira y demás han sido estudiados mediante neuroimágenes que producen la activación del sistema nervioso simpático que no debería de estar activado, y esto provoca el deterioro del cuerpo. Hay evidencias de que aquietar el ruido mental tiene efectos en enfermedades como cáncer, esclerosis múltiple, así como mejoras en el sistema inmune.

Cuando uno consigue llegar al vipassana, es cuando empieza a ver cosas, empezamos a conocer soluciones a problemas, a ver por qué hay cosas en nosotros que sin saberlo impiden encontrar soluciones. Desde luego, que cuando estamos habitados por algún trauma profundo, lo recomendable es llevar la meditación supervisada por un psicoterapeuta. Si te interesa —y debería— conocer a fondo el aspecto de la meditación, te recomiendo “la meditación del corazón” que ha sido desarrollada por el Dr. Mario Alonso Puig; está de manera gratuita en su web, dura tan solo once minutos. Actualmente, un equipo de investigadores viene desarrollando una investigación buscando los parámetros bioquímicos que produce esta meditación en el cuerpo; los primeros resultados han detectado oxitocina —la hormona del amor— que está relacionada con la mejora de la salud, la reducción de estrés, etc. Existe mucha información clínica y científica sobre los efectos beneficiosos de la meditación.

Conozco personas que me dicen que la meditación no es lo suyo, porque es muy difícil parar los pensamientos, sobre todo los negativos, pero es cuando más recomiendo la meditación, porque el objetivo no es parar estos pensamientos, es que se paren solos en nuestra mente, dejando de prestarles la atención que muchas veces es abrumadora. La meditación se trata de reconocernos, no en las nubes, sino más bien en el cielo de nuestra mente, poder ver todo el plano. Este proceso sencillo, al calmar la mente, provoca que el cuerpo se relaje. La meditación va de la mano con la respiración y el agradecimiento; ponla en práctica cada mañana, por unos diez o quince minutos, verás como en un tiempo notarás la diferencia.

¿Cómo puedo hacer una reingeniería en mi cerebro? Pues déjame recomendarte dos formas —sustentadas científicamente—: la primera es el ejercicio físico, que produce una serie de hormonas y neurotransmisores que me proporcionan sensaciones de bienestar y crecimiento; y la otra vía es la meditación, la autoobservación, donde llegas a tal nivel de afinidad que, cada vez que percibes un pensamiento negativo, consigues sustituirlo por uno favorable. Así que allí tienes la capacidad de modificar tus emociones tanto desde el cuerpo (actividad física) como desde la mente (atención plena).

Las ideas son constructivas, dado que nuestra mente es una mente simbólica, ya que genera, procesa y comprende símbolos, conceptos y significados abstractos, lo que resulta imprescindible para la creatividad y la comunicación. Las palabras generan realidades en nuestra mente y, en consecuencia, poseen la habilidad de influir y hasta modificar nuestra interacción con el mundo, las cosas y los individuos.

Te dejo algunos beneficios de practicar la gratitud:

  • Activas la corteza prefrontal, que es precisamente el segmento del cerebro donde se realizan las decisiones. Cuando practicas la gratitud, la mente se activa y se autodirige hacia lo positivo; por lo tanto, las emociones negativas se reducen.
  • Provocas neurotransmisores positivos liberados como dopamina, serotonina, oxitocina, etc. Todos ellos producen una sensación de confort y, cuando sucede, disminuye tu ansiedad.
  • Disminuye el funcionamiento de la amígdala, que es la sección del cerebro responsable de manejar las emociones negativas, como temor y ansiedad. En el instante, esto influye en la reducción del estrés.
  • Se activa el sistema de recompensa cerebral, lo que te provoca una sensación de motivación y deseo de vivir.
  • Incrementa tu materia gris. Esto implica que existen alteraciones en tu estructura cerebral, especialmente en la región del hipocampo, y esto tiene un impacto directo en tu salud mental.

En otras palabras, para prosperar en la vida es necesario curar la mente, y para curar la mente es necesario modificar nuestras ideas. Puedes comenzar buscando los términos que quizá no entendiste o no conoces de nuestro cerebro, solicitarme si deseas los libros que tengo y demás material que he encontrado. Finalmente, solo puedo decirte que el que busca encuentra, y esa tarea ya es personal. Aquí ya te lancé algunos nombres y datos que fácilmente puedes buscar en la web. Un abrazo.