jueves, 21 de noviembre de 2024

Las imputadas del juicio

 

Comienzo con la siguiente premisa: no hubiese imaginado jamás escribir sobre este tema; de hecho, la publicación de esta semana ya estaba elaborada desde la semana pasada, pero debido a uno de los últimos aconteceres en mi vida, pues me he visto en la necesidad de publicar estas líneas.

Hace tan solo unas horas, he sufrido lo que significa la extracción de dos muelas del juicio, un premolar y una supernumeraria. Así es, leyeron bien, en total la extracción de cuatro muelas; todo se logró en menos de ochenta minutos. Aunque en realidad, en las últimas semanas me han extraído en total siete muelas. Pero remontémonos un poco en el tiempo, y vayamos al quid de la cuestión.

Aproximadamente hace doce años, me indicaron que debían extraerme las muelas del juicio para proceder con el inicio de mi tratamiento de ortodoncia, que implica el uso de dispositivos para enderezar los dientes, en busca de la tan deseada sonrisa “ideal”, pero ciertamente en su momento me causaba mucho miedo y pánico la idea de extraerme muelas, y más aún siendo las del juicio. Sumémosle que en mi entorno escuchaba que era el dolor más horrible que uno podía sentir, pues así fue como me generaron un temor. Es así como al dentista solo iba por: limpieza bucal, control dental y prevención de placa. En el transcurrir de todos estos años, no volví a tocar el tema de la extracción de estos molares, que era el génesis para comenzar con mi tratamiento de ortodoncia.

Finalmente, hace unos meses decidí que era el momento de dar este salto en mi vida, dejar de ser aquel chiquillo cobarde que tenía miedo a la extracción de molares y lanzarme como adulto al consultorio dental para que inicien con toda la labor que implica mi tratamiento.

Producto de ello, nuevamente he perdido partes de mi cuerpo, como sabrán algunos de ustedes, pues desde hace quince años solo vivo con un riñón, así que la primera pieza que perdí de mi preciado cuerpo fue mi riñón izquierdo. Por razones obvias, pues no guardo conmigo a ese órgano mío, como un recuerdo en algún cofre; sin embargo, distinta es la situación que ocurre con mis muelas, pues estas se encuentran descansando en un cofre, quizá esperando al Ratón Pérez y que me deposite un buen billete por ellas —no por su valor, sino para mínimamente recuperar el costo de extracción, jajaja— o simplemente como recuerdo de <aquello que alguna vez fue parte de mí. La semana pasada hablaba sobre la impermanencia y me sigue resonando hasta en estas líneas; ni siquiera lo que nos constituye como seres está asegurado a permanecer con nosotros.

Estas semanas de dolor, pues ciertamente, no eran como las imaginé o como por lo menos escuché. En la primera intervención, donde me sacaron tres muelas: dos del juicio y un premolar, pues no sentí dolor alguno y mi cara por lo menos no terminó hinchada. De hecho, todos se sorprendían al verme y que no tuviese ningún estrago producto de esta intervención. Al día siguiente ya estaba trabajando y volviendo al gym a los tres días. Lo único incómodo era el dolor por los puntos y el cuidado ante la alimentación, pero después de ello todo transcurrió con normalidad. Aunque, obviamente, esto también fue posible por el cóctel de medicamentos que ingresaban a mi organismo y las preciadas manos de mi odontóloga principal.

La evolución y obtención de buenos resultados en la primera intervención – espero también en esta segunda – pues definitivamente va asociada a que puedo contar con un excelente equipo de odontólogos, especializados en lo más mínimo; así es como en esta última intervención tuvo que sumarse un cirujano maxilofacial, todo por la bendita supernumeraria que estaba bien enterrada y no medía más de 6 mm. Así que literalmente tuve a dos cirujanos encima mío, forcejeando a punta de infinidad de herramientas quirúrgicas en mi estrecha cavidad bucal.

Resalto que mientras escribo estas líneas, pues estoy sumamente adormecido y con todo tipo de fluidos médicos en mi torrente sanguíneo. Siendo sincero, no siento media cara, mi cabeza está volando por las drogas y a la vez siento que palpita; y mi cuerpo tiene la temperatura de una playa en verano. Obviamente, en mi trabajo oficial, tengo permiso y en mi trabajo alternativo, pues corresponde trabajo asincrónico. La única parte negativa de todo esto es la alimentación, porque soy de los que aman los sólidos, pero toca estar por casi una semana con dieta blanda y blanca, con líquidos a montones; por lo menos esto último significa que para el fin de semana no hay excusa que justifique la ausencia de una deliciosa botella de Smirnoff. Pero ya está, finalmente perdí aquella barrera entre la ortodoncia y yo.

jueves, 14 de noviembre de 2024

Impermanencia

Cuando buscas esta palabra en la web, la IA brinda la siguiente información: La impermanencia es un concepto que se refiere a la inestabilidad o falta de permanencia de las cosas. Se trata de una verdad universal que se aplica a todo lo que existe en el universo, desde los seres humanos hasta las estrellas y los planetas.

Todo es constante cambio, lo que estás atravesando no es permanente, más aún cuando hablamos de emociones, por ejemplo, si alguien a quien quieres, fallece, la muerte es permanente, pero las emociones producidas por la ausencia de alguien son impermanentes.

Nada es igual, por más que cada año venga la primavera y florezcan las flores, pues las flores que florecen jamás son las mismas, así mismo, cada uno somos versiones nuevas de nosotros mismos, los períodos de la vida tienen diferentes sabores, la versión de hoy no es la misma de mañana y mucho menos la de ayer. Tengo una frase que resuena en mí: “Nunca en mi vida he sido tan viejo como lo soy hoy, nunca en mi vida volveré a ser tan joven como lo soy hoy”, en conclusión, tenemos este momento.

Lo bueno y lo malo pasa, la vida tiene etapas, las relaciones tienen etapas, nunca más volveremos a coincidir con algunas personas porque vamos cambiando en el trayecto. Uno puede intentar aferrarse a la idea de que cuando las cosas son buenas, no deberían cambiar. O en su defecto podemos disfrutar de lo que vivimos en el momento, aceptando el cambio constante; algo que aplico en mi día a día es la gratitud, he aprendido a conocer el tema de la impermanencia desde lo que significa el termino de una relación, el cambio de trabajo, el cambio de un hogar, la ausencia física de un ser querido; nuestros privilegios no son permanentes, nada me asegura que mañana pueda seguir contando con buena salud, con un trabajo fijo o contar con todos mis seres queridos; todo es un privilegio, todo en la vida es tan solo un préstamo, solemos creer que todo es un derecho, y perderlo nos genera enojo o sensaciones negativas y obviamente al perderlo, pues se genera un duelo.

Existe el efecto que cuando estamos en un momento alto de la vida, sentimos o nos decimos que logramos la felicidad, pero la vida siempre te sorprende a veces con un bajón con momentos de dolor. Alguna vez escuché lo siguiente: “la vida se trata de la crisis, existen veces que estamos saliendo de la crisis, entrando a una o viviendo la crisis como tal”. Así que reconozcamos que todos los momentos tienen crisis, seamos conscientes de ello y adoptemos la posición de aceptación, porque si no, solo tendremos sensaciones contraproducentes. Un lema mío es: “esto también pasará”, a veces nos va bien y a veces nos va mal, disfrutemos de cada detalle de felicidad que nos da la vida, como por ejemplo un abrazo de mamá, sintamos cada detalle de ese gesto, porque como seres humanos, somos seres finitos, todo es prestado, todo es impermanente. Y en los momentos de dolor, también agradezcamos de esas sensaciones, reconociendo las cosas que tenemos, como buena salud, que puedes caminar o mirar, que tienes un hogar donde descansar, que tienes ingresos que te permiten solventarte; así que no borremos lo que nos duele, reconozcámoslo y abracemos cada momento, siendo conscientes.

La vida te da cosas sin que las pidas y también en algún momento las pide de regreso. He aprendido que hay algo muy bonito cuando le damos el sentido, que en algún momento podamos ayudar a otro desde nuestra posición. Así que levanta la mano cuando necesites ayuda para sobre llevar esos momentos malos, aunque puedas creer que no tienen sentido, pero en realidad no es así. Cada experiencia de vida, puede resonarle a otra persona, así que el testimonio propio puede ayudar a otros, ayudemos desde lo que somos, no solo por ser buena gente, sino por saber lo que la otra persona puede estar pasando. Ojo, no como alguien que ya tiene todo resuelto, si no mas bien como alguien que es consciente que todo es pasajero.

En la vida siempre tendremos nuevas experiencias, no hemos conocido a todas las personas que tenemos que conocer, no hemos probado toda la comida que nos va a gustar, todavía nos quedan muchos lugares por conocer, no hemos tenido todas las experiencias; y si el caso fuera que no, pues de todos modos tenemos este momento. Algo muy interesante, es que mientras escribo estas líneas es mi momento presente; mientras tú lo estas leyendo, para ti es tu momento presente, y para mí, solo será un recuerdo de mi pasado. Así es la impermanencia.

Incluso todos estos escritos, que forman parte de este proyecto, quizá también algún día acaben, y estos solo queden como un efímero recuerdo. Soy consciente que quizá en cualquier momento se acabará, porque habrá algo que me mueva más o porque simplemente ya no quiera o pueda seguir escribiendo. La vida es un préstamo, los seres queridos son un préstamo, nuestro cuerpo es un préstamo.

Cada día dejamos huellas en el camino que vamos trazando, al decidir cómo vamos a impactar en las personas de nuestro alrededor, ya sea compartiendo experiencias o desde la gratitud. Esta versión mía de hoy, no lo sabe todo, no sé si hoy estoy arriba o abajo, pero lo que soy hoy, es lo que sé y con el paso del tiempo aprenderé, pero no por ello juzgo mi pasado, pues finalmente eso me trajo aquí, así que comparto con ustedes el reconocimiento de la impermanencia, hoy puede ser un día oscuro, pero mañana es un nuevo día, que podrá quizá tener mucha luz. Si estás en un momento de plenitud disfrútalo mucho y si estás en un momento de dolor recuerda que, es impermanente.

jueves, 7 de noviembre de 2024

No eres mejor persona

No te hace mejor persona bajar la luna de tu auto y darle un sol al niño pobre del semáforo. Eso no es comprometerse, eso no es solidarizarse, eso no es hacerse cargo, eso es más de lo mismo. Sería mucho mejor si decidieras pagarle el colegio, o ver la manera de sacarlo de ese mundo. Sí se puede, a mí no me van a contar la historia de que no es posible. Sé por qué lo digo. Solo es un tema de querer hacerlo. Hazte cargo al 100% de un niño de la calle. Así que dale amor, dale fe, dale esperanza, medios para salir adelante, extírpalo de la miseria que le tocó vivir. Eso es realmente amar a la niñez; lo demás es basura. Y seamos honestos: muy caro no te va a salir.
  
No te hace mejor persona regalar comida en bolsita para llevar, esa que no quisiste terminar en el restaurante. Eso es simplemente miserable y más miserable aún, es decir: la comida no se desperdicia, hay que dársela a los pobres. Los pobres, efectivamente, tienen hambre y seguro van a aceptar con mucho placer tu bolsita de sobras (porque eso son, sobras). No se da lo que a uno le sobra, hay que dar más bien de lo que le falte. Lo aprendí desde la ausencia y la carencia. Ese es el verdadero esfuerzo. Además, ¿te gustaría que te hagan lo mismo? Seguro que dirás, “pero esa gente no tiene qué comer y lo van a agradecer”. Sí, de hecho, pero tú sabes muy bien que a ti no te va a mandar a la bancarrota comprar un plato de comida exactamente igual – o mínimamente similar – al que acabas de comer. No hagas con otros lo que no te gustaría que hagan contigo. Eso me ha enseñado la vida.

No te hace mejor persona ir a misa todos los domingos, golpearte el pecho, rezar mil avemarías, dar tu limosnita para los más pobres y orar por la paz del mundo si en tu propia casa lo único que se vive es desigualdad, le das comida distinta de la que tu consumes a tu empleada, no les pagas los beneficios sociales, no compartes la mesa con ellas con el pretexto que no saben de modales… Si no saben, enséñales. Jesús enseño a pescar, ¿no? Bueno haz lo mismo pues. Si no practicas la reciprocidad, ir a misa y desgarrarte en padrenuestros de nada sirve. Recuérdalo siempre.

No te hace mejor persona desgarrarte las vestiduras diciendo que cumples los mandamientos de Dios y respetas al prójimo, cuando en realidad eres doble cara y falseas o trufas incluso a la persona que comparte contigo tu día a día, ya sea hermano, pareja o amigo, esos seres son los de peor calaña que existe en este plano. Mínimamente ten la dignidad de no engañarte a ti mismo y acéptate como eres, deja de simular que eres una buena persona o meter a Dios como testigo de tu dizque rectitud humana.

No te hace mejor persona decidir donar algunos céntimos en el cajero del supermercado. Cuando después recolectas facturas de terceros por consumos en restaurantes u hoteles con la finalidad de disminuir tu aporte de impuesto a la renta. Pensar que en algún momento me preste para esa patraña. Así que en adelante se honesto no solo contigo mismo o con tu entorno cercano, sino también con todos aquellos a quienes no conoces, pero indirectamente estamos enlazados buscando que este país, algún día pueda terminar de convertirse en un lugar digno donde vivir.

No eres mejor persona por pagar un poco mas en tu almuerzo del trabajo, dizque justificando el adicional como subsidio para que el almuerzo del personal operativo sea más accesible. Cuando en realidad lo único que provoca es desigualdad, con la existencia de dos comedores: uno de operarios y otro de administrativos. Eso es como que haya un baño para blancos y otro para negros. Así de retorcida me parece la situación. Lástima que pasé por dos empresas donde se clasificaba de esa manera. Todos somos seres humanos, iguales ante los ojos de Dios. No eres mas por tener un grado académico, tener una billetera mas holgada o tener mas beneficios que la persona que puedas tener al frente tuyo. Así que reclama cuando puedas, usa el buzón de sugerencias de tu empresa – ese que para casi siempre vacío – para expresarte, utiliza lo que tengas a tu alcance para tratar de que la convivencia laboral sea lo mas directa posible y no exista una brecha de desigualdad social.

No te hace mejor persona pasearte con tu latita pidiendo ayuda para los niños con cáncer. Cuando finalizando la jornada te quedas con un porcentaje, como si fuera el cobro del quinto real. Una burla, claro está. Si permites eso, sino lo denuncias, si no lo enfrentas, por más que te pases la vida recolectando dinero para los niños con cáncer, leucemia, SIDA o lo que fuera, serás simplemente miserable y, peor aún, serás una persona de doble moral, doble discurso, doble código. Y eso también es basura.

Es bueno confrontar tus valores con tus actos. Definitivamente es difícil, muy difícil, y siempre estará a la mano la siguiente respuesta: es que uno no puede ir contra la corriente, contra el sistema, contra la realidad. Me imagino que ese es el lado fácil de la solidaridad: vivir haciéndose el que hace el bien para tratar de borrar todo el mal que directa o indirectamente hacemos. Confróntate un poquito, mal no te va a hacer, un bañito de consecuencia en este calor insoportable, seguro que te podrá hacer mejor persona.

Por cierto, no te hace mejor persona escribir y publicarlo en un blog como este, a los que siempre hablamos en voz alta se nos juzgará con la vara más larga. Eso me encanta.