jueves, 15 de agosto de 2024

Adultos de verdad

Esta semana me pasaron cosas curiosas que me hicieron notar los componentes que implica la vida en solitario, si bien hace años vengo desarrollando mi vida de manera independiente y valiéndome por mis propios medios, pues caí en cuenta que la vida en el nuevo nido no es solo asumir cuentas que ya nadie estará al tanto de pagar más que tú mismo, no es solo velar por los que haceres de la casa porque ya no se repartirán las tareas entre los miembros del hogar o por el contrario ya no habrá el apoyo domestico de una tercera persona, ya no habrá comida en la despensa o refrigeradora si es que tu mismo no las llenas haciendo las compras respectivas, ya no habrá un desayuno o almuerzo listo sin que tú mismo lo prepares (aunque en este punto felizmente existe el delivery), menos aún te enterarás de los cortes programados de luz o agua, así que te tocará seguir en las redes a SEAL y SEDAPAR estando atento a sus publicaciones, caer en cuenta que alguna vez escuchaste palabras como: arbitrios municipales e impuesto predial y ahora tienes que pagarlos puntualmente, aunque valgan verdades habrán visto que cada cierta época del año hay carteles y anuncios en todos los distritos con descuentos de hasta el 100% en las multas por el incumplimiento de pago, así mismo uno debe participar de las reuniones de la junta vecinal ya sea porque vives en un edificio o urbanización, y así podría continuar con una lista inmensa de actividades que uno asume en primera persona con la vida en solitario.

Vivir solo es una experiencia altamente recomendable, porque primero que todo damos paso a la independencia y así recibimos con una cálida bienvenida a la verdadera vida adulta, esta etapa me está enseñando mucho, y si al momento algo me ha dejado claro tajantemente, es que la independencia de nuestros padres que representan aquel primer nido que tuvimos, es fundamentalmente necesaria para pasar a la dependencia propia y valernos realmente por lo que somos, aspirando siempre aquello que buscamos ser.

Seamos sinceros, cuando aún estamos en casa de nuestros padres por más que tengamos tareas propias asumidas como: lavar ropa, cocinar o preparar el desayuno, aportar económicamente en la canasta familiar, limpiar áreas comunes y el sin fin de que haceres en un hogar; pues cuando vivimos en ese primer nido que tuvimos siempre habrá alguien que se preocupe por situaciones que muchas veces ni se nos pasan por la cabeza.

Aquellos que hayan experimentado vivir solos, valiéndose por sus propios medios sin intervención de aquellos vínculos que amamos, saben que estas lides a veces implica afrontarlas con dificultad, pero mucho también dependerá del momento que estemos atravesando y cual haya sido el motivo que nos llevó a dar ese paso, porque no es lo mismo hacerlo por obligación que hacerlo por convicción. Así en algún punto de nuestras vidas pasaremos a aquello que cuando éramos niños o adolescentes veíamos tan lejano aún, vivir solos, en un nuevo lugar, en un nuevo hogar, un nido propio. Y la forma en que la vida nos haya colocado en esa situación será crucial para afrontar esos momentos.

Después de todo vivir solo puede ser al principio difícil, pero es cuestión de adaptarse y eso es algo que llevamos en nuestra naturaleza propia como seres humanos. No moriremos viviendo solos, de hecho, siento que vivenciamos mas la vida porque tenemos autonomía completa en la capacidad y toma de decisiones. Díganmelo a mí, que ya no pido permiso para invitar amigos al departamento, impongo mis horarios para la limpieza, abastezco con lo que me venga en gana la cocina obviamente cuidando la alimentación, tengo ambientes completamente para mí y demás cosas que se puedan venir a la mente cuando uno ya no comparte el hogar, sino más bien se encarga de poco a poco ir construyendo el suyo, con la adquisición de artículos necesarios yendo desde electrodomésticos hasta decorativos.

Todo dependerá que la vida te permita disfrutar esta experiencia en el momento que quieras y ojalá coincidentemente sea también el indicado, porque al final todo es producto de una serie de acontecimientos del día a día. Así dejamos de ser adultos de juguete y pasamos a ser adultos de verdad.