jueves, 1 de agosto de 2024

Infelices Fiestas Patrias

Pasaron ya las fiestas patrias, y después del placebo que nos significó esos días de feriados consecutivos, hemos vuelto a la cruda y brutal realidad.

En los últimos días, para ser precisos el día 28 de julio una vez más, como ya es costumbre año tras año, todos los peruanos fuimos desairados, maltratados, humillados, basureados y burlados vilmente. Todas las editoriales periodísticas se han encargado de desglosar y sobre todo intentar explicar los entretelones de tamaña barbarie que significo el anodino mensaje a la Nación de cinco horas que brindo el personaje a quien tenemos como presidenta.

Cualquier comentario extra de nada servirá, porque todo ya está grabado, como la escandalosa reacción que tuvo cuando alguien le exclamó una frase que no le gustó escuchar. Mas todo lo que pueda decir estará de sobra, porque la clase política es a prueba de todo. No tienen moral, ética, carecen de valores, principios y de códigos. Lo que acontece en nuestro país desde ya hace muchas décadas es realmente increíble y a la vez decepcionante: la corrupción carcome a la democracia.

Cuando uno se topa con el pútrido ambiente en el cual hasta hace años atrás brindaban mensajes a la Nación personajes como Castillo, Vizcarra, Toledo, Humala; y se pregunta en voz alta con absoluto asco: ¿a quién diablos le hemos venido regalando el Perú en estos años?, recibimos un brutal sopapo.

Hace unos días estuve por la sierra del Perú en un pueblo calmo y distante de cuanta cochinada puede ocurrir en la metrópoli. Y note algo singular, que allí la mayoría se trata de ‘usted’, es algo que sucede mucho en la sierra interna del país. Tratar de ‘usted’ hoy en día parece un anacronismo. Pienso ahora que el ‘usted’ tiene mucha importancia, porque establece una distancia cordial; no el ‘usted’ chabacano del “hágame usted el servicio, doctorcito”. El primero es un recurso simple de método, por contrario el segundo, es una táctica de quebrantamiento. Pero al transcurrir el tiempo, también se desgasta el estilo. La frase “oiga, usted” antiguamente expresada para mostrar desacuerdo, hoy ha sido remplazada por fórmulas más efectivas como “calla, mierda”, “fuera, huevón” (ambas mencionadas por quienes son padres de la Patria) y todas sus variantes son prueba de ello.

En ocasiones siento que el Perú me da miedo, me avergüenza, y que soy parte de eso. Un Perú al borde del fracaso. Todo parte de casa, de la familia, de nosotros mismos, nos guste o no. No estamos aprendiendo a ser empáticos, por el contrario, cultivamos la “viveza criolla” como valor, el “primero yo y los demás que se jodan”. Somos aprovechados. Existe la corrupción familiar, esa es la que luego hace un upgrade hacia la comunidad. En ese preciso instante es que todo se pudre.

La mentira ‘piadosa’, el “no me dé boleta, pero hágame un descuento”, colarse en la fila, el racismo encubierto en la choleadera a diestra y siniestra, la metida de carro a la mala, el maltrato a la autoridad. Todo eso son gotitas de corrupción, tomadas como normales debido a su constante repetición. Así que al hablar de corrupción mejor comencemos por nosotros mismos. Por eso para mí, poco sentido tiene colocar la bandera en el techo de mi casa.

Aunque duela decirlo, fueron unas infelices fiestas para la Patria.