jueves, 22 de agosto de 2024

Mal momento

 

Hace unos días una persona cercana me pidió un consejo ante un mal momento que estaba atravesando, la verdad me sorprendió tal hecho porque no lo esperaba y además sentía que no contaba con la sapiencia necesaria que alguien debería tener para poder dar un consejo de la envergadura que demandaba, más aún cuando se trata de algo que es determinante en la vida de esta persona con la cual existe un vínculo emocional.

Internamente me cuestionaba que decir, porque me sentía en la obligación de estar a la altura y acorde a las circunstancias que esta persona requería, porque finalmente debe tener razones que me sindiquen como alguien que puede otorgar un consejo que vaya a ser bien recibido, ya que se puede considerar este aporte como una referencia para interiorizarlo y después trabajarlo sesudamente dando paso a lo que sería su accionar.

Hubo ocasiones en donde no me sentía cómodo brindando consejos porque estos demandan un peso emocional, ya que quizá esas palabras pueden determinar las acciones a tomar por la contraparte que esta solicitando recibir unas palabras ante un mal momento en su vida. Del mismo modo, brindar un consejo en parte es aligerar una carga que está generando sensaciones incomodas en la otra persona, así que viéndolo desde esa perspectiva es quizá cuando uno puede conectar más con el sentir y no solo con lanzar unas palabras al viento, esto sin duda también vendrá determinado por el vinculo que puedas tener con esa persona.

Y es que tenía la creencia de que, para dar un buen consejo, primero que todo uno debe haber atravesado una buena cantidad de años en la vida, por la percepción misma que una persona mayor puede tener más experiencia ante tantas situaciones que haya vivido y producto de esto la vida le haya otorgado cierto grado de sapiencia avanzada ante alguien que puede ser más joven y cuente con mayor grado de desconocimiento. Pero en una conversación amical, toqué esta percepción mía y caí en cuenta que no tenía razón del todo en mi premisa, sino más bien me demostraron una perspectiva diferente, que la sabiduría o conocimiento no viene del todo determinada solo por la cantidad de años vividos y la acumulación de experiencias, sino también en contraparte es disociado ante esto previo, porque sin importar nuestra edad la vida se encarga de sorprendernos con vivencias únicas que uno a veces ni siquiera puede imaginar; es así que quizá una persona adulta de alma longeva no haya vivenciado las experiencias de alguien quien en contra posición es aún, un alma joven.

Así que, en el ámbito de los consejos de vida, el tiempo recorrido en esta misma no es un pilar determinante en cuanta sabiduría finalmente puede tener uno, como quizá si ocurre en otros ámbitos como por ejemplo el laboral, donde una persona mayor definitivamente conoce al derecho y revés muchas cosas que para alguien joven le resultan nuevas y que inicia un recorrido desde la inexperiencia para afrontarlas.

El consejo que tuve a bien dar, fue enlazado con lo siguiente: ante el mal momento primero que todo vívelo, crúzalo, atraviésalo, siéntelo y recórrelo que es solo un mal momento. Solo un momento, en la inmensa cantidad de momentos que nos pueda otorgar la vida. Ojo, es necesario reconocer que el mal momento nos hace sentir sensaciones de mierda, pero debemos registrar esas sensaciones e involucrarnos para finalmente aceptarlas como tal y quizá poder transformarlas. Esto nos ayudará a delimitar que ese malestar no se quedará en nuestra vida, sino que solo será pasajero.

Dependerá de uno mismo lograr que aquellos malos momentos nos dejen algo sin importar lo que fuese, porque es un error arrugar o acobardarse ante el mal momento, que en primera instancia es lo más fácil, pero como todo en la vida, escapando simplemente no se puede evitar lo que ha todas luces estará siempre ahí. Es importante buscar ánimos en uno mismo y en los vínculos forjados con otros seres, que nos permitan abordar los malos momentos con vehemencia, de frente y con todo. Usando nuevamente la analogía del túnel, no sabemos que abra del otro lado y tampoco que encontraremos en la oscuridad de su interior, pero al final siempre habrá una luz a la cual debemos dirigirnos.

Así que, en conclusión, si estas atravesando un mal momento pues sigue recorriéndolo y sintiéndolo con todos tus sentidos, porque es solo un momento. Y como parte de los misterios de la vida, pues definitivamente viviremos muchos momentos sin importar el tiempo que llevemos de recorrido en este espacio mundanal en que nos encontramos a diario; y claro, tengamos presente que nuestro crono etario no define la pericia que podamos tener para cuando se trate de brindar un consejo ante aquel mal momento que atormenta los pensamientos de otra alma o quizá, la de nosotros mismos.